Describa su dolor
Detrás de la puerta me esperará con su sonrisa imperativa para decirme: “describa su dolor”, pero como nunca he podido entender esa pregunta, sólo abriré demasiado los ojos -¿Qué querrá que le diga? ¿Existirá una respuesta correcta? ¿Cómo podría describir el dolor? O más bien, cómo le explico que éste debe sentirse diferente porque es el mío. Aunque no sea el más especial del mundo, es el que mejor conozco; tal vez sirva decirle que se siente como un calor zumbante parecido a un enjambre, pero también a veces me arde pavorosamente, aunque pensándolo mejor, es más parecido a la angustia que deben sentir las farfalas en capullo. A veces cuando no lo reconozco, me pone en posiciones incómodas y me transforma en una mujer molesta.
Creo que por eso mejor no le digo que me duele, porque seguro me pedirá que vuelva cuando pueda describir mi dolor, y tal vez para entonces hayan desaparecido los síntomas.
Mientras, conservaré mi enferma gratitud a las infusiones de alcohol y marihuana.
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